De mar a mar (IV)

Parada obligada en el aeropuerto de Calgary camino de Ottawa. Ya han pasado los lagos y las montañas. Por Calgary dominan las larguísimas y verdes praderas y una inmensa cabaña vacuna. Calgary es la ciudad canadiense que experimenta un mayor crecimiento económico. Vacas más un poco de petróleo hacen que la vida se vista de seda. Territorio de vaqueros, ganaderos e indios pies negros.
Como el avión se retrasa demasiado seguimos con la historia de Canadá vista a través de los ojos de Mordecai Richler, el desaparecido crítico del nacionalismo canadiense y sobre todo, quebequés.
El despunte moderno de Canadá tiene dos nombres y un apellido: Pierre Elliot Trudeau, el artífice de la actual Constitución canadiense y de que el país no se partiese en dos en 1981. Parece difícil explicar cómo consiguió Trudeau aquel pacto. Pero se logró y el país permaneció unido y bilingüe. Lo que Trudeau no previó fue que los de siempre seguirían pidiendo más y más pese a lo que se le dió. Ahí empieza a contar la historia Mordecai Richler.

Recordando a Trudeau me viene a las mientes su guapa exesposa, Margaret. La relación con su marido, terrible y desastroso matrimonio, está contada en varios libros. Parece que el dolor y las inestabilidades de Margaret tenían una base llamada trastorno bipolar. Ahora que tiene 63 años y anda cerca del budismo ha publicado un libro para ayudar a los enfermos mentales a liberarse de estigmas varios. Se titula Changing my mind y lo incorporamos a la mochila del viaje. Aquella bellísima Margaret Trudeau que con 18 años comenzó a frecuentar al Primer Ministro, unos treinta años mayor que ella. Aquella mujer que no pudo evitar que la fama de su marido la abrasase. Aquella mujer que encontró refugio en drogas y alcoholes y rolling stones. Como dice Humet en su canción: Miradla.Miradla como se aleja,
vedla como se va. Bueno, pues ha vuelto rejuvenecida.

8 comentarios en “De mar a mar (IV)

  1. MA: impresionante Bang Bang y esas matizaciones tan precisas. Eran unos psicópatas como la copa de un pino. No me digas… A Marinovich le dan la noticia de la muerte de Carter en un hotel de ¡Goma! donde se recupera de una infección pulmonar y coge fuerzas para fotografiar la hambruna sudanesa.

    Si ya solo estar en Goma es para temblar¡¡¡

    • Hombre, no sé, tú eres el profesional. Entonces, habría que aplicárselo a Enrique Meneses, Gervasio Sánchez, Alfonso Armada, Manu Leguineche, Kapuscinski, y tantos otros…

  2. Usé psicótico como adjetivo no médico, viene de psicósis que el DRAE en su primera y general acepción afirma que es enfermedad mental a secas. Algo locas eran las situaciones y ellos me lo parecen desde mi sillón. Como he tenido dos o tres ataques cortos de locura en mi tranquila vida tampoco creo que pase nada. 
    Al leer lo que copió MA me pareció que el autor se justificaba de cara a la galería (que explicaba el chiste, vamos) y se contradecía. La cosa sobraba y no le creí. 

     

  3. Todos los años los chinos se sacan de la manga un artilugio de luz y de colores para alegría y entretenimiento de la chiquillería y de paso ellos hacen su agosto vendiéndolo a porrillo. Este año es una especie de cohete luminoso que tiene hélices en la cola. Se lanza con una goma al cielo y desciende girando sobre si mismo con una luz azul violeta. Veo a cinco crios en la playa que llevan mucho tiempo, incansables, disparando esos trastos; oigo a los grillos, a las olas y a los paseantes. También compré un aplique halógeno de luz azul y vi que daba una sombra amarilla. ¡Qué cosas!

     

  4. Cat y yo comimos juntos ayer martes en Valencia. No logré adivinar que le sucedía a la camarera. Pero era algo extraño. Cat un campeón, como siempre.

Replica a Anónimo Cancelar la respuesta